miércoles, 23 de febrero de 2011

Fotografía post - mortem.

FOTOGRAFÍA POST-MORTEM:La fotografía de difuntos fue una práctica que nace casi con la misma fotografía (un 19 de agosto de 1839) en París, Francia que luego se extiende rápidamente hacia otros países. Consistía en vestir a un cadáver recién difunto con sus ropas personales y participarlo de un último retrato grupal, con sus compañeros, familiares, amigos, o retratarlo individualmente. El motivo por el cual -en ese entonces- este tipo de imágenes no eran consideradas morbosas, puede deberse al ideal social que se gestara en la época del Romanticismo. En dicho período se tenía una visión nostálgica de los temas medievales, y se concebía la muerte con un aire mucho más sentimental, llegando algunos a verla como un privilegio.

Técnica de la fotografía mortuoria:

La mayoría de los retratos póstumos se caracterizan por los variados artilugios de los que se servían los fotógrafos para embellecer la imagen y despojarla de la crudeza de la muerte, intentaban algún tipo de arreglo para mejorar la estética del retrato. En algunos casos se maquillaba al difunto o se coloreaba luego la copia a mano. Los difuntos, por otra parte, eran sujetos ideales para el retrato fotográfico, por los largos tiempos de exposición que requerían las técnicas del siglo XIX. En la toma de daguerrotipo la exposición seguía siendo tan larga que se construían soportes disimulados para sostener la cabeza y el resto de los miembros de la persona que posaba evitando así que ésta se moviera. Las fotografías de difuntos los muestran "cenando" en la misma mesa con sus familiares vivos, o bebés difuntos en sus carros junto a sus padres, en su regazo, o con sus juguetes; abuelos fallecidos con sus trajes elegantes sostenidos por su bastón. A veces, agregaban elementos icónicos -como por ejemplo una rosa con el tallo corto dada vuelta hacia abajo, para señalar la muerte de una persona joven, relojes de mano que mostraban la hora de la muerte, etc.Los militares, los sacerdotes o las monjas eran, por ejemplo, usualmente retratados con sus uniformes o vestimentas características. Los niños en ocasiones eran fotografiados con sus juguetes o colocados en su cuna o coche. Con frecuencia se incluía en estas imágenes a los progenitores o hermanos, como una manera de dotar al niño de identidad. La edad del pariente que acompañaba al difunto era el hito temporal que permitía ubicarlo en la historia familiar. Los deudos que posaban junto al muerto lo hacían de manera solemne, sin demostración de dolor en su rostro.
Los retratos mortuorios privados podían encuadrarse en tres posibles categorías según la manera en que se retrataba al sujeto:
  • Simular con vida: en un intento por simular la vida del difunto se los fotografiaba con los ojos abiertos y posando como si se tratara de una fotografía común, por lo general junto con sus familiares, es muy notorio cual es la persona sin vida ya que al no tener movimiento alguno sale muy nítida en la imagen y no así sus familiares, las tomas se solían retocar a mano usando coloretes o pintando los ojos sobre los parpados cerrados.
  • Simular dormido: por lo general se realiza con los niños se los toma como si estuvieran descansando, y en un dulce sueño del cual se supone que despertaran. en algunos casos los padres los sostienen como acunándolos para aportar naturalidad a la toma.
  • Sin simular nada: se los fotografía en su lecho de muerte, en este tipo de tomas se agregaban flores como elemento ornamental, que no existían en el resto de las fotografías post mortem.
Por los años veinte o treinta del siglo pasado comenzaron a adoptarse nuevas tendencias que alcanzaron incluso la fotografía post mortem. De esta forma, los fotógrafos comenzaron a presentar a los muertos bajo nuevos ángulos y perspectivas: detalles de las manos o de otras partes del cuerpo, con desenfoques selectivos muy controlados y realizando primerísimos planos de ciertas zonas del fallecido, o bien imágenes muy cercanas al fotoperiodismo actual. Son tomas que en muchos casos resultan impresionantes por su dramatismo y cuidada iluminación.

Angelitos:

Era la forma en que en el siglo XIX se conocía a las fotografías post mortem de niños, teniendo en cuenta la gran cantidad de estas por el alto índice de mortalidad infantil de dicha época, dado por los escasos recursos médicos en esos tiempos entre otras cosas. Una familia común sumaban entre 8 y 10 hijos de los cuales solían fallecer la mitad. Tomando en cuenta ese contexto, las fotografías del niño fallecido junto a sus padres y/o hermanos estaban comprensiblemente aceptadas. En la cultura religiosa católica de América los niños que morían sin pecado original por haber sido bautizados y sin ningún otro pecado en vida, iban directamente al cielo para convertirse en Angelitos, en cambio, los que no habían sido bautizados eran enterrados con los ojos abiertos para que pudiesen ver la gloria del señor, el fotógrafo mexicano más famoso en este tipo de fotografía es Juan de Dios Machain de Guadalajara.

1 comentario:

Kit dijo...

Qué repelús!!!!!! ^^
Muy interesante :)